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Boletín Metalia. Jueves, 18 de Marzo de 2010 |
Las aplicaciones industriales más habituales de los tratamientos criogénicos han buscado tradicionalmente mejorar la durabilidad de los materiales, especialmente la resistencia al desgaste. Por ello, este tipo de procesos se utilizan en herramientas de todo tipo (cuchillas, fresas, brocas, punzones, troqueles, moldes, rodillos, etc.) cuyas prestaciones y vida útil dependen directamente de que su desgaste se retarde lo máximo posible. Los procesos criogénicos no son la panacea pero, en innumerables ocasiones, han demostrado ser una tecnología económica y eficiente (además de ecológica) para aumentar la resistencia al desgaste. Además, son totalmente compatibles con otras soluciones que persiguen el mismo fin como, por ejemplo, los recubrimientos PVD. Además los tratamientos criogénicos pueden aplicarse a materiales muy diversos: aceros, metal duro, fundición, aleaciones de cobre, etc. Es por ello que las herramientas y utillajes de todo tipo constituyen en la práctica el grueso de los materiales que se tratan en Cryobest. Otra aplicación de los tratamientos criogénicos es la mejora de la resistencia a la fatiga de los componentes. Este campo ha sido, hasta la fecha, menos explorado que el de la resistencia al desgaste. Sin embargo, los efectos que se están obteniendo en los ensayos de laboratorio son muy prometedores y tienen su correlación en las aplicaciones industriales. Es por ello que la utilización de tratamientos criogénicos para aumentar la vida a fatiga de los materiales crecerá rápidamente en los próximos años. Pero hay otro campo de aplicación de los tratamientos criogénicos que, probablemente, se conoce aún menos aunque se utilice desde hace mucho tiempo en algunos sectores: la eliminación de tensiones residuales / estabilidad dimensional. Este aspecto es el que, de la mano de la industria aeroespacial, rescato a estos procesos del olvido al que habían estado sometidos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX y sigue siendo una tecnología fundamental en la fabricación de muchos de los componentes que van a trabajar en el espacio exterior, en especial los fabricados en aluminio. El observatorio espacial Herschel es una misión de la agencia espacial europea cuyo lanzamiento se realizó en mayo de 2009. Se trata de un telescopio infrarrojo cuyo objetivo es estudiar la creación de las estrellas y la formación de las galaxias, así como la composición química de los astros. El lanzamiento fue la culminación de un proyecto que comenzó varios años atrás. Uno de los componentes estructurales fundamentales del satélite es el OBA (Optical Bench Assembly). Se trata de una pieza mecanizada en aluminio, de una complejidad y tamaño considerables, en la que van montados los componentes ópticos del telescopio. Por ello la precisión en su fabricación y la estabilidad dimensional son parámetros críticos. Para conseguirlo, en 2004, el OBA del telescopio Herschel fue tratado siguiendo un proceso criogénico especial. El objeto del tratamiento era conseguir la mayor estabilidad dimensional posible, incluso cuando los materiales estén sometidos a las bajísimas temperaturas de espacio exterior. El proceso se realizó en Cryobest y constituyó un hito para la empresa por la dificultad y responsabilidad que entrañaba la operación, que se completó con total éxito. La experiencia conseguida en aquel proyecto ha permitido que actualmente Cryobest participe en otro importante proyecto aeroespacial. Se trata del proyecto de la agencia aeroespacial alemana (DLR) denominado EnMap, destinado a la observación de La Tierra con fines medioambientales (monitorización de masa forestales, gestión de suelos, agricultura, análisis geológico, control de las aguas, contaminación, etc.). Este satélite cuenta con un espectro-telescopio de altísima resolución e incluye numerosos componentes de aluminio de diversos tamaños que han de ser tratados siguiendo un proceso criogénico específico para asegurar una estabilidad dimensional óptima. Los primeros tratamientos se han realizado en Cryobest en 2009 y continuarán a lo largo de 2010 y 2011. Este proyecto, en el que tanto la financiación como los participantes son empresas alemanes constituye, un nuevo hito en la evolución de la empresa y consolida una prometedora línea de negocio para el futuro. Sin embargo, no sólo la industria aeroespacial puede beneficiarse de esta tecnología en lo que respecta a la estabilidad dimensional y la eliminación de tensiones. Aparte de los aluminios empleados en este sector, se pueden conseguir resultados similares en otros materiales. Es sabido que las tensiones residuales, inducidas en la mayor parte de los casos por los propios procesos de fabricación, están detrás de los fallos que se producen en muchos utillajes y componentes y, por ello, es algo a evitar en la mayor parte de los casos. Los tratamientos criogénicos y, en especial, el proceso multietapa que se realiza en Cryobest, pueden ser la solución más sencilla y efectiva en muchos situaciones. Por otra parte, no sirve de nada fabricar componentes con precisiones de milésimas si, debido a las tensiones residuales o transformaciones en el material (por ejemplo de austenita a martensita), las deformaciones que se pueden llegar a producir durante su uso exceden las tolerancias admisibles. Si a la mejora de la estabilidad de los materiales que producen los tratamientos criogénicos añadimos un potencial mejor comportamiento frente al desgaste y la fatiga, es evidente que la aplicación de un proceso criogénico multietapa debería ser seriamente considerada a la hora de diseñar o fabricar cualquier tipo de componente de precisión. Puede ser la forma más sencilla y económica de aumentar su durabilidad y de evitar futuros problemas. CRYOBEST INTERNATIONAL, S.L. www.cryobest.com
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